Desde hace
algunos meses, bastantes de mis contactos en facebook, están publicando una
nueva iniciativa social que consiste en tomarse un café, pagarlo y dejar
otro como “café pendiente” para que cualquiera que no pueda pagarlo, lo
consuma.
La idea se originó en Nápoles,
Italia, en el 2008 a partir de una vieja tradición donde los obreros iban
a celebrar con un café y dejaba otro pagado, el “caffè sospeso” para quien
tuviera antojo de algo caliente sin recursos económicos.
Esta propuesta se fue adaptando y
modificando a las necesidades, extendiéndolo a bebidas en general y hasta
comida, o sea si consumes algo en un restaurant (que este incorporado a
esta iniciativa) puedes dejar alimentos o bebidas pendientes con la misma
mecánica, inclusive en algunos lugares alrededor del mundo dejan productos
básicos como arroz, huevo, atún para que la gente los tome.
Algunos de los principios de esta iniciativa son que el café se
pueda tomar DENTRO DEL LOCAL. Si toman fotos a algún beneficiario, ésta no sea
invasiva y que tenga la autorización del beneficiario para subirla a las redes
sociales. Se propone que tomen fotos de las manos con la bebida o comida.
México ya cuenta con una red de 200 voluntarios y 20 coordinadores estatales. A mediados de Enero del 2014 llegaron a ser más de 200 establecimientos participantes. En la región en la que vivo ya existen establecimientos que se unieron a la causa: Lonch Express (Hermosillo, Sonora), Los Chanates (Cócorit, Sonora), y en el estado que me vio nacer : Bonhomia (Culiacán, Sinaloa).
Les anexo
la foto que andaba rondando en Facebook:
¿Será verdad? Sinceramente me gustaría
que fuera así, y no me importaría, pagar algunos cafés "pendientes"
de vez en cuando, para que la gente que anda en la calle pudiera tener la opción de
tomarse un café calientito.
Este tema ya lo habíamos comentado mucho algunas compañeras y yo en
clase (típico sacar temas que ni al caso a la clase) y cuando dije que no estaba muy de acuerdo con este "Café pendiente" muchas me voltearon a
ver con cara de “WTF”. Pese a que es muy bonita y muy cool la intención de regalar cafés por el mundo y hacerle feliz el día a la gente, le veo algunos inconvenientes a esta iniciativa. Y no es que quiera desmeritar el esfuerzo de este movimiento, la verdad me parece que es un buen inicio, es una forma fácil de ofrecer ayuda “a
los que la necesitan", pero no quieras limpiar tu conciencia donando un café y
caminar por la calle viendo a la gente dormir a la intemperie o pidiendo
limosna y ser indiferente porque OBVIO, tú eres una buena persona que les deja
un café pendiente para que su día sea más feliz.
¡Qué
mejor manera que invitar a un indigente a sentarse contigo a degustar una taza
de café, o ese sushi que tanto te saboreaste toda la semana! lo que ocurre es
que no nos gusta ver a la miseria a los ojos, preferimos la caridad anónima e
inmediata.
Algunos
de los argumentos que respondieron ante mi postura, en esa platica tan debatida eran que: “Luego no te dejan y te siguen pidiendo”, “Puede ser peligroso” ..., y quizás tengan razón, pero por ello podemos tomar nuestras precauciones, no es como que le vas a dar tu dirección o número telefónico para que sigan pidiéndote caridad, tal vez seria tener algunas medidas básicas, pero si estamos en un lugar público es poco probable que nos hagan daño y menos si tienes un gesto de amabilidad. Y
sostengo esto...
Nunca
he estado de acuerdo con las personas que se auto publican en redes sociales accionando
hacia el prójimo, cuando cae en exageración siento que se puede llegar a ver como presunción barata. Pero reflexionando un poco, pudiera ser que es una manera de invitar a sus
contactos a que imiten estas obras para así tratar de mejorar un poquito el mundo en el que
vivimos. Por tal razón me atrevo a platicarles que mi novio y yo tomamos esta
práctica, una de las primeras veces y de mis favoritas fue cuando invitamos a cenar a un niño que llegó vendiendo
dulces a el restaurant en el que estábamos, y el niño algo sorprendido pero aceptó. Nunca dejó de sonreír con aquel tan peculiar brillo en sus ojos. A la dueña del lugar como que no le pareció mucho, pero si se le iba a pagar, no le
quedo remedio que aceptarlo. Sé que estas acciones me dejan más feliz que
cualquier caridad anónima, porque ante mis ojos pude ver la felicidad y
gratitud de aquel niño que solo había llegado con intenciones de vender sus
dulces.
Sí, un café pendiente.. me parece que está muy padre la intención, sólo
agrégale tiempo y contacto humano, eso es más cálido que una taza de café.
Si
queremos ayudar a esta gente, hay muchas maneras que se pueden hacer, sin
necesidad de tanto marketing.